Ciudad Juárez, Murder City
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Posted on 18 Octubre, 2010 by blogjenaro|
Periodismo en Libros
Pocos centros urbanos como Ciudad Juárez se han convertido en emblema y corazón de una nación que busca su salvación en medio del peligro. La ciudad de las maquilas, de los primeros gobiernos del PAN en los ochenta, del trasiego de personas, vehículos, mercancías y droga, el epicentro de los feminicidios, se ha convertido también en el “nuevo campo de exterminio de la economía global”, como señala el periodista norteamericano Charles Bowden.
Su libro más reciente, Murder City o Ciudad del Crimen (2010, Editorial Grijalbo) constituye la crónica más reciente y desoladora de una ciudad que nunca quiso ser ni campo de exterminio, ni sitio de crímenes de odio y, mucho menos, experimento fallido de una guerra contra los cárteles de la droga que le ha cobrado más de 10 mil vidas a Juárez en una década.
El recuento estadístico de Bowden es tremendo: 27 por ciento de las casas de Ciudad Juárez han sido abandonadas desde 2006 a la fecha, 10 mil negocios fueron abandonados o cerrados en un año, entre 100 mil y 400 mil personas han dejado la ciudad que antes era un polo de atracción migrante muy poderoso. Existen entre 500 y 900 pandillas urbanas, confrontadas entre sí, por los milimétricos espacios de un territorio que le usurparon a la esperanza. Y, lo peor: entre 10 mil soldados y agentes policiacos merodean sus alrededores, pero en lugar de brindar seguridad se han convertido en paisaje del crimen.
La pluma de Bowden, periodista y escritor norteamericano, colaborador deHarper’s, The New York Times Book Review, no tiene concesiones para describir lo que está sucediendo en la emblemática ciudad fronteriza. Juárez, desde la época de la lucha entre liberales y conservadores en el siglo XIX, ha sido siempre un termómetro de la salud de la república mexicana. Durante el final de la dictadura porfirista se convirtió en epicentro de la rebelión maderista. Juárez se convirtió en el asiento de la cultura de la maquila más depredadora del modelo neoliberal. Bajo la sombra del “éxito” maquilador surgieron grupos empresariales con fuertes vínculos mafiosos. Y desde los años ochenta, Juárez simbolizó la agonía del régimen priista y el fracaso de la alternancia panista. Ahora, es catalogada como una de las ciudades más violentas del mundo y crudo ejemplo del fracaso de la guerra calderonista.
Ya desde la época de los noventa y, en especial, durante el foxismo, Ciudad Juárez alcanzó fama internacional por la serie de crímenes de odio contra mujeres que nunca fueron resueltos ni frenados por las administraciones del PAN y del PRI. El lote algodonero, con sus cruces de color rosa, se convirtió en símbolo involuntario de esta ciudad herida. Resultado de esta fama fueron dos grandes libros: Huesos en el Desierto, de Sergio González Rodríguez, y Cosecha de Mujeres, de la escrupulosa periodista Diana Washington, colaboradora de El Paso Times.
Ahora, Bowden actualiza y profundiza el síndrome juarense. Va más allá de la anécdota o del recuento criminal para lanzar una de las tesis más importantes del libro: lo que sucede en Ciudad Juárez no tiene su origen en la guerra de los cárteles sino en la mentira perpetua de gobernantes, empresarios, policías y militares que pretenden ignorar el fracaso absoluto de la ley y de los derechos humanos. En Juárez no hay Estado fallido ni Narcoestado. Simplemente no hay Estado.
Uno de los párrafos fundamentales del libro de Bowden retrata así el desastre juarense durante el gobierno de Calderón:
“De la labor del ejército en Juárez apenas se informa, o se habla, porque revelar lo que el ejército hace puede terminar en lesiones graves o en la muerte. Así, en el mejor de los casos, los periódicos informan de una ejecución y algunos dicen que los vecinos han descritos a los asesinos como hombres vestidos de comandos. El significado exacto de la palabra ‘comando’ no se explica nunca. En otras partes de la frontera, donde el ejército ha ido con el fin de reinstalar la paz y la tranquilidad, los vecinos mencionan el florecimiento repentino de robos a mano armada, por hombres vestidos con ropa de tipo militar y máscaras. Pero sobre esto tampoco se especula demasiado”.
Juárez duele, Juárez conmueve, Juárez amotina. Ninguno de los periodistas que hemos estado en esta ciudad hemos sido ajenos a lo entrañable y crudo de las historias en esta ciudad fronteriza.
Bowden contribuye con una prosa atribulada a hacernos un llamado de atención porque Juárez no es un hecho aislado sino una tendencia nacional.
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