A SUS 77 AÑOS, SE ENFRENTA A LOS ZETAS A BALAZOS.
November 22nd, 2010 → 6:44 pm @ Ricardo Alemán
http://www.ricardoaleman.com.mx/?p=2024&cpage=1#comment-1196
A estas alturas, la hazaña de Don Alejo Garza Tamez recorre el mundo. Sin embargo, él está muerto.
Hasta el día de ayer, Don Alejo era el dueño del rancho San José. El cual se ubica en las cercanías de Ciudad Victoria, Tamaulipas.
De acuerdo con la información que circula en los medios, este hombre de 77 años de edad, se rehusó a entregar su rancho a los criminales –al parecer Los Zetas –, y en cambio, decidió antrincherarse y defender la propiedad.
Después de despedir a sus empleados, utilizó su experiencia como cazador, y montó un escenario de batalla.
De este modo, se acompañó solamente de un par de armas de fuego y se enfrentó a los delincuentes. Al final, terminó con la vida de 4 e hirió a otros dos.
Desafortunadamente, el precio que pagó por su hazaña… fue la vida.
Como era de esperarse, la ola de reacciones al respecto fue abrumadora. Las voces de crítica y de reconocimiento resonaron en diversos medios.
Y es que el caso de Alejo Garza, es ejemplo claro de los mexicanos que conservan la capacidad de indignación ante el crimen. Es muestra de que aún existen respuestas cuando se está inconforme con labor que –en materia de seguridad –, desempeñan las autoridades.
Sin embargo, sería un terrible error considerar a Don Alejo Garza un ejemplo a seguir. Más allá de las particularidades del hecho, esta forma de respuesta resulta inaceptable.
La justicia por mano propia, solamente daña y desvirtúa la figura del Estado. Porque al final, el Estado es el responsable de garantizar la seguridad de los habitantes y sólo él cuenta con el monopolio del uso de violencia.
En efecto, hemos perdido la confianza en las autoridades, los gobiernos y las instituciones.
En efecto, la situación de Don Alejo Garza no tenía muchas salidas.
Pero, si de la nada la población responde a la violencia con más violencia… si el sentido común y el imperio de la ley se subordinan ante la “Ley de la selva”. Sólo habría caos.
Cuando no existe coincidencia entre las autoridades y los ciudadanos, éstos tienen el derecho –y la obligación – de recurrir a los anticuerpos sociales.
¿De qué se trata?
Simplemente de emplear el reclamo y la indignación. De mantener vigente la capacidad de asombro… la capacidad de respuesta. Estos son tiempos de hacer uso de las armas de la razón y de la presión social.
Sería una aberración responder a las balas… con más balas.
El caso de Don Alejo Garza, sienta un precedente. Pero no por eso debe de convertirse en una práctica común.
Porque a final de cuentas, alguien tiene que romper con el ciclo de violencia y muerte. Y definitivamente, esa labor no la llevarán a cabo los criminales.
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Comentarios:
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Cosme.- Hace 13 horas...“sería un terrible error considerar a Don Alejo Garza un ejemplo a seguir”
claro…. un error tan terrible como que Miguel Hidalgo guiara una revuelta, que Zapata empuñara las armas y que Guerrero se pusiera del lado de los mexicanos
La historia nos muestra que hay paz que solo se consigue del otro lado de la guerra“Sería una aberración responder a las balas… con más balas”
Se nota, que no has tenido a tu familia en medio del fuego…“Desvirtúa la figura del estado”
Se nota, que no te han encañonado para robarte, mientras una patrulla municipal vigila afuera“si el sentido común y el imperio de la ley se subordinan ante la “Ley de la selva”. Sólo habría caos”.
No se en que mundo vivas, pero no en el que estamos sumergidos miles ciudadanos decentes del norte de MéxicoNO ES UNA DISCUSION, NO ESPERO RESPUESTA, SOLO TRATO DE MOSTRARTE MI REALIDAD, DUELE VER A TU FAMILIA VIVIENDO CON MIEDO (ESO NO ES VIDA), Y SOLO FALTA QUE SE ATREVA A CRITICAR A UN HOMBRE QUE MURIO NO POR CAUSA DE SU DECISION, NI DE UNA MALA ELECCION, SINO DE UN GOBIERNO CORRUPTO QUE HA PERMITIDO MEDIANTE EL SOBORNO QUE BANDAS CRIMINALES CREZCAN HASTA CONVERTIRSE EN DUEÑOS (BAJO LA MESA) DE LAS CIUDADES Y DE SUS CIUDADANOS
Comparto ampliamente el comentario de Cosme, dentro de otros en ese mismo portal.
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