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Imagen de la cuenta de Twitter del monero José Hernández en la que invita a unirse a la campaña. Imagen: http://lachaiza.blogspot.com
Por Arturo Loría
El pasado lunes 10, los moneros Rius y Hernández iniciaron la campaña “¡Basta de sangre!”, con la que busca hacer un llamado a la sociedad civil para detener la ola de violencia que se ha desatado en el país y que hizo de 2010 uno de los años más violentos en la historia de México.
Como se comentó en un artículo publicado el mismo día en este blog, hay un elemento que vale la pena analizar en este llamado: la campaña de Rius, además de solicitar acción de la sociedad civil ante la inutilidad por parte del gobierno, buscaba que estas acciones se realizaran en espacios reales y virtuales.
Así pues, comentábamos, Rius está apelando a los nuevos y viejos espacios de insurgencia. A lo largo de las últimas semanas, a través de esta serie de artículos, se ha intentado definir el concepto de Nuevo espacio de Insurgencia y con “¡Basta de sangre!” es posible ahondar en esta definición.
Una insurgencia es una forma de rebelión contra alguna autoridad establecida realizada de forma no hostil. Por ende, los espacios donde se den o se expresen estas rebeliones son los espacios de insurgencia. De hecho, una expresión simbólica (gráfica, audiovisual, preformativa, etc.) podría ser considerada en sí una insurgencia.
La evolución histórica de los medios de expresión, información y comunicación marca la evolución de los espacios de insurgencia. La institucionalización de los espacios comunicativos, particularmente, de los medios electrónicos generó la necesidad de buscar nuevos sitios de rebelión. Todo esto se vio cambiado con la aparición de un medio que no respondía a la linealidad de las estructuras verticales o unidireccionales: el Internet.
A pesar de surgir de la institucionalización, la virtualidad del Internet lo convirtió poco a poco en uno de los máximos espacios de expresión y sociabilización de nuestra era. Es precisamente esta característica la que permite que las reglas del tiempo y del espacio sean distintas en este espacio, y por lo mismo, no se pueda establecer ningún control total por parte de ninguna autoridad o institución. Esto lo convierte, inevitablemente, en el mayor espacio de insurgencia que pueda haber.
Evidentemente, no todas las rebeliones o insurgencias son iguales o tienen las mismas bases. A pesar de que, debido a sus características, Internet es hoy día el mayor espacio de insurgencia, hay que considerar que tan sólo el 28% de la población mundial tiene acceso a la red y en nuestro país, el 33%.
Sin embargo, hay algo en esos porcentajes que parece alterar a las grandes estructuras que han intentado reproducir sus modelos en el ciberespacio. Lo interesante (y eso será tema de otro post) es ver la manera en que las reglas del juego están cambiando y, aunque se reproduzcan las estructuras de poder, no son los mismos poderosos quienes las están reproduciendo.
Durante el año pasado vimos múltiples ejemplos de grandes consorcios, o incluso gobiernos, a quienes el pequeño porcentaje mundial con acceso a Internet y el aún más pequeño con acceso a Redes Sociales les resultó demasiado incómodo. Todos fuimos testigos del Caso Wikileaks y el evidente desconcierto del gobierno estadounidense ante Julian Assange, tan sólo la semana pasada, el Departamento de Justicia de Estados Unidos pidió a la red social Twitter información sobre los voluntarios del sitio WikiLeaks.
En este espacio ya se ha hablado en repetidas ocasiones de la piedra en el zapato que pueden llegar a ser Twitter o Facebook para el gobierno mexicano o para consorcios de medios gigantes, como Televisa. Quienes en múltiples ocasiones han tenido que recurrir a los dueños de las redes sociales para exigir censura.
Es por eso destacable la iniciativa que Rius y el gremio de cartonistas han tomado con la campaña “¡Basta de sangre!”: buscan que la insurgencia esté al alcance de todos. Como el monero mismo declaró, la campaña se realiza no sólo a través de Twitter y Facebook, sino que cualquier puede colocar una cartulina en su casa u oficina, una estampa en su automóvil o en cualquier espacio de expresión que tenga disponible.
En pocas palabras: se busca conciliar bajo un mismo movimiento los antiguos y nuevos espacios de Insurgencia.
Y parece estar teniendo éxito. De acuerdo con el sitio SDPnoticias.com, hasta el mediodía del miércoles 12 de enero se tenían registrados 15 mil mensajes apoyando la iniciativa, colocando a la campaña como uno de los principales Trending Topics en Twitter.
En Facebook se han creado comunidades donde los miembros no sólo muestran su apoyo sino que se suman otros espacios, noticias o expresiones relacionadas a “¡Basta de sangre!”.
En este blog se realizó una encuesta en la que, hasta la fecha de publicación de este artículo, 81.43 % de los participantes declaraban que apoyarían la campaña por algún medio virtual (perfil en Twitter, Facebook o e su blog). Habría que tener en consideración que quienes respondieron a esta encuesta son usuarios de internet, así que lo interesante es ver al 18.57% restante que empleará medios no virtuales para expresar su apoyo.
Entre los comentarios vertidos en la encuesta hubo un lector que expresó su inconformidad al no poder elegir más de una opción. En el caso de la encuesta, esto se hizo intencionalmente para poder medir con más claridad el tipo de espacio de expresión a ser utilizado, pero lo que vale la pena destacar del comentario de este usuario es algo muy cierto: la gente empleará (y es esa tal vez la finalidad de la campaña) la diversidad de espacios que tenga a su alcance. Ya sean medios reales o virtuales.
En los mismos comentarios del foro, otro usuario cuestionó la utilidad de estas campañas y del uso de pancartas como medio de insurgencia. De hecho, esta pregunta podría extenderse a cualquier espacio de expresión propuesto en la campaña ¿Para qué cambiar la foto o imagen de perfil de la red social a la que estemos inscritos? ¿Para qué incluir una imagen en un sitio web? La respuesta a esto no es sencilla y tal vez merezca otro artículo, pero valga decir que la visibilidad simbólica tiene un peso para aquellos a los que esta campaña busca llegar.
Cómo estarán afectando estos pequeños grupos al Presidente Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado (misma que lleva ya más de 30 mil muertos) que el pasado 12 de enero pidió el apoyo de la Sociedad Civil para combatir la delincuencia. En sus Diálogos por la Seguridad, el Presidente ofreció financiar proyectos vigilados por consejos mixtos de autoridades y organizaciones no gubernamentales para acciones de prevención social de la violencia.
Poco a poco, la sociedad civil parece ser la que toma el mando de su propio país y lo hace a través de todos los medios que tiene a su alcance. Si tanta sangra ha sido regada, que sea ésta la sangre que nos une.
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